El contenido de la declaración de voto del diputado ítalo-argentino Franco Tirelli, finalmente conocido tras un largo silencio, deja en evidencia una postura ambigua frente a la llamada reforma consular aprobada recientemente por la Cámara de Diputados de Italia. Dicha reforma crea una Central de Ciudadanía en Roma y retira de los consulados la tramitación del reconocimiento de la ciudadanía italiana por descendencia, justamente el punto que más preocupa a millones de ítalo-descendientes dispersos por el mundo.
Durante la votación, Tirelli realizó un brevísimo pronunciamiento oral, afirmando haber “entregado el discurso a la Mesa”. Consultado en dos ocasiones por Insieme, el parlamentario no entregó el texto en aquel momento. Por el simple hecho de informar del resultado de la votación, integrantes del MAIE publicaron acusaciones contra esta revista, atribuyéndole una supuesta línea ideológica. Ahora, con el texto finalmente disponible, la lectura confirma lo que ya generaba desconfianza: el discurso es fuertemente favorable a la reforma y sostiene, punto por punto, la lógica de la total centralización del servicio de ciudadanía en Roma.
A lo largo de su declaración escrita, Tirelli elogia el proyecto, lo califica de eficiente, moderno, coherente con las normas europeas y capaz de reducir los plazos. Reforza también la idea de aliviar la carga de los consulados, argumentando que la unificación de los procedimientos produciría uniformidad y transparencia. Su justificación reproduce casi al pie de la letra la narrativa oficial del Gobierno: eliminar desigualdades, evitar demoras y preservar el “vínculo indisoluble” entre Italia y sus ciudadanos en el exterior.
La sorpresa surge únicamente en la conclusión. Tras páginas de elogios técnicos e institucionales, Tirelli anuncia el voto favorable de su grupo parlamentario y comunica, con pocas palabras, la abstención del MAIE “en vista de la oposición a los artículos 1 y 4”. El primero trata precisamente de la creación de la Central de Ciudadanía; el cuarto elimina gratuidades y modifica la legislación sobre pasaportes. No existe una explicación detallada sobre tal oposición, ni una defensa política coherente de la divergencia.
El resultado es una contradicción evidente: se apoya abiertamente aquello de lo que se pretende tomar distancia. Es una manera de registrar desacuerdo sin enfrentarlo. Mientras todo el discurso escrito desarrolla un convencido apoyo a la reforma, la postura crítica aparece sola como una nota al margen. Difícilmente la comunidad ítalo-descendiente encontrará allí la defensa que esperaba.
La retórica utilizada evita enfrentar el problema central: la sustitución del servicio consular presencial —históricamente reivindicado como expresión de ciudadanía— por una estructura concentrada en Roma, lejana de la realidad cotidiana de quienes viven a miles de kilómetros. Tampoco hay referencia a dificultades conocidas: cuellos de botella, falta de personal, desigualdades regionales. Todo ello queda silenciado en nombre de una supuesta “modernización”.
Con la publicación integral del texto, queda claro que la crítica de Insieme no se basaba en prejuicios ideológicos, sino en una lectura atenta de los hechos. La inquietud no surgió de la imaginación: las palabras ahora disponibles confirman la ambigüedad del posicionamiento adoptado. La prensa comunitaria había señalado la falta de claridad política del parlamentario —y ese señalamiento encuentra, al fin, respaldo documental.
En un tema que involucra identidades, familias y generaciones, tal vez la comunidad esperaba contundencia. En cambio, recibió un discurso entusiasta con la reforma y una abstención discreta, protocolar, más útil para preservar la imagen que para defender la causa.
A continuación, el texto integral en ESPAÑOL (LatAm) de la declaración de voto del diputado Franco Tirelli.
FRANCO TIRELLI (NM(N-C-U-I)M-CP). (Declaración de voto final – A.C. 2369-A)
Señor Presidente, honorables colegas diputadas y diputados, señoras y señores del Gobierno, hoy debatimos una medida vinculada a la ley de finanzas públicas para 2025, presentada por la Presidenta del Consejo Meloni y por el Ministro Tajani, y que concierne a la revisión de los servicios destinados a los ciudadanos y a las empresas en el exterior. Como diputado elegido en la circunscripción exterior y comprometido desde siempre con la protección de nuestros connacionales residentes en otros países, no puedo sino expresar un fuerte apoyo a este texto, que representa un paso concreto hacia una mayor eficiencia y modernización de los servicios consulares, sin perder nunca de vista el profundo lazo que une a Italia con sus ciudadanos más allá de las fronteras.
Permítanme partir de un dato que me resulta particularmente querido: hoy, más de 6 millones de italianos viven en el exterior, una cifra que testimonia la vitalidad de nuestra diáspora y su aporte incalculable a la economía, a la cultura y a la proyección internacional de nuestro país. Estos connacionales no son “emigrantes” en un sentido nostálgico, sino verdaderos embajadores de la italianidad, que mantienen vivo el vínculo con la Patria mediante servicios esenciales como los anagráficos, los de estado civil, los pasaportes y el reconocimiento de la ciudadanía. La medida que examinamos hoy responde precisamente a esta exigencia: revisar y optimizar estos servicios, generando economías de escala y adaptándolos a las evoluciones normativas.
El Capítulo I del proyecto de ley introduce innovaciones procedimentales cruciales en materia de ciudadanía, padrón anagráfico y legalización de firmas. El artículo 1, en particular, reforma el artículo 10 del Decreto Legislativo n.º 71 de 2011, centralizando en una oficina directiva del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación Internacional (MAECI) las solicitudes de reconocimiento de la ciudadanía italiana iure sanguinis presentadas por mayores de edad residentes en el exterior. Esta medida, enmendada en Comisión para posponer su operatividad al tercer año calendario posterior a la entrada en vigor y para garantizar la conformidad con las indicaciones del Garante para la protección de los datos personales, permite aliviar la carga de las oficinas consulares, a menudo excesiva, y asegurar un tratamiento uniforme y más rápido. Como surgió en las audiencias en Comisión —pienso en las intervenciones de representantes de las colectividades italianas y de expertos como Luca Cinciripini, del Instituto de Asuntos Internacionales— esta centralización no solo genera eficiencia, sino que evita demoras que hoy perjudican a miles de descendientes de italianos, reforzando aquel sentido de pertenencia que es el corazón de nuestra política exterior.
No se trata de una mera transferencia burocrática: las enmiendas aprobadas, como aquellas que reducen los tiempos de tramitación de las solicitudes de cuarenta y ocho a treinta y seis meses, responden a las críticas planteadas por los colegas de la oposición, demostrando la capacidad de escucha de la mayoría. Además, la posibilidad de confiar a operadores especializados la gestión logística de las solicitudes —siempre con envío en papel para garantizar confiabilidad, como se explica en la exposición de motivos— evita riesgos de sobrecarga informática e infiltraciones, protegiendo la seguridad de los datos sensibles. Para nuestros connacionales, esto significa procedimientos más transparentes y ágiles, sin tener que recurrir a intermediarios opacos, como lamentablemente ha ocurrido en el pasado.
Pasando a los artículos sucesivos, la medida interviene con sensatez sobre padrón anagráfico y estado civil. El artículo 2 amplía la competencia de los cónsules honorarios para recibir actos de estado civil, aliviando las oficinas principales y acercando los servicios a los ciudadanos en áreas remotas. El artículo 3 actualiza las normas sobre legalización de firmas, adaptándolas a los convenios internacionales y simplificando procesos que hoy representan un obstáculo para las empresas y las familias italianas en el exterior. Estas disposiciones preservan el vínculo con Italia: pensemos en un padre o madre que debe registrar el nacimiento de un hijo, o en un empresario que exporta el made in Italy. Sin servicios eficientes, este vínculo corre el riesgo de debilitarse; con este proyecto de ley, lo reforzamos.
No menos importantes son las disposiciones sobre documentos de viaje. El artículo 4 actualiza la ley sobre pasaportes, eliminando gratuidades obsoletas —como la destinada a los “emigrantes”, ya no coherente con la evolución social— y adecuando las normas a los pasaportes biométricos europeos. Las enmiendas aprobadas, como aquella que excluye la residencia del microprocesador para una mayor privacidad, responden a exigencias concretas surgidas en el debate. El artículo 5, enmendado para extender la posibilidad de solicitar el documento de identidad electrónico en los municipios también a residentes en el exterior dentro de los seis meses posteriores a la entrada en vigor, finalmente equipara a nuestros connacionales con los residentes en Italia, facilitando el tránsito y el acceso a los servicios digitales.
Finalmente, el artículo 6 refuerza la organización del MAECI, introduciendo evaluaciones anuales para el personal contratado —con un aumento de los recursos de 1 a 3 millones de euros anuales, según lo enmendado— e incentivando la cobertura de destinos considerados difíciles. Esto no solo mejora la calidad de los servicios, sino que valoriza el papel de nuestros diplomáticos y funcionarios, como se puso de relieve en las audiencias sobre el proyecto del “Museo de la Italianidad” en Buenos Aires, que simboliza precisamente aquel puente cultural e identitario que la medida pretende preservar.
Señor Presidente, este proyecto de ley no es una simple reforma administrativa: es una inversión en el futuro de los italianos en el exterior. Como recordó la Subsecretaria Tripodi en Comisión, se inserta en una visión de diplomacia pública que promueve el crecimiento económico y el soft power italiano. Implica gastos de aproximadamente 30 a 40 millones de euros en los próximos años, pero genera ahorros y eficiencias mucho mayores, según lo cuantificado en el informe técnico.
En conclusión, anuncio por tanto el voto favorable del Grupo Noi Moderati y la abstención del MAIE, dada la contrariedad con los artículos 1 y 4, ante esta medida, enmendada y mejorada gracias al diálogo en comisión. Es un acto de responsabilidad hacia nuestros connacionales, que merecen servicios modernos y cercanos, para mantener vivo ese lazo indisoluble con Italia.

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