Carta de Laguna reafirma la italianidad del Sur de Santa Catarina y repudia el Decreto de la Vergüenza

“Si Italia es madre, no puede convertirse en madrastra. Si Italia es patria, no puede volverse frontera.”

Siete meses después de la promulgación del Decreto n.º 36/2025 — conocido como Decreto de la Vergüenza, que restringe el reconocimiento de la ciudadanía italiana por descendencia — las comunidades italianas de más de treinta municipios del Sur de Santa Catarina se reunieron en Laguna, el pasado sábado (18 de octubre), para manifestar públicamente su posición.

El documento, titulado “Carta de Laguna”, fue aprobado durante el seminario “150 años de la Colonización Italiana en Santa Catarina – Tradición, Lucha y Legado”, promovido por el Instituto Cultural Anita Garibaldi bajo la coordinación del abogado e historiador Adilcio Cadorin. La lectura estuvo a cargo del periodista Julio Cancelier, y el texto será enviado a las principales autoridades italianas, con el compromiso del consejero Walter Petruzziello, miembro del Comité de Presidencia del CGIE, de entregarlo personalmente.

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El seminario contó con la participación de diversas autoridades locales y con las ponencias de dos estudiosos de la inmigración italiana: la historiadora Nelma Baldin y el ingeniero agrónomo y turismólogo Eusébio Tonetto, ambos autores de libros que relatan la epopeya de los inmigrantes italianos.

Más que una moción simbólica, la Carta de Laguna refleja el sentimiento de indignación y de pertenencia de una región que, desde hace casi siglo y medio, cultiva la herencia de los inmigrantes provenientes del Véneto, de Lombardía, del Trentino y de otras regiones de Italia.Los momentos principales del seminario fueron transmitidos en vivo por la Revista Insieme a través de sus canales de YouTube, Facebook y X.

Durante el seminario, el abogado e historiador Adilcio Cadorin, creador del evento y autor de la propuesta que dio origen a la Carta de Laguna, hizo un emotivo llamado en defensa de los descendientes de italianos en Brasil. El gobierno italiano necesita decirnos qué mal hemos hecho para que trate tan mal a sus propios hijos. Necesitamos una respuesta urgente”, declaró Cadorin, entre los aplausos del público que llenaba el salón del Clube Blondin, en Laguna.

En el texto, las comunidades reafirman la italianidad como “sustancia de identidad” y denuncian la nueva ley como un “absurdo jurídico” que hiere lazos históricos y afectivos. Con tono solemne, la Carta concluye con el llamado: “Si Italia es madre, no puede convertirse en madrastra. Si Italia es patria, no puede volverse frontera.”

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Texto íntegro de la Carta de Laguna

Reunidas en Laguna, tierra natal de Anita Garibaldi, la mujer que empuñó las armas y el coraje junto a Giuseppe Garibaldi y que permanece en la memoria histórica como madre de la Italia unificada,

las comunidades italianas del Sur de Santa Catarina — más de treinta municipios marcados por la vibrante presencia de la inmigración — proclaman a Brasil, a Italia y al mundo su posición ante las recientes modificaciones en la ley de ciudadanía italiana.

Después de un seminario en el que repasamos nuestra historia, en vísperas de los 150 años de la llegada de los primeros inmigrantes italianos a la región, afirmamos que esta fecha no es solo una efeméride, sino la memoria viva de una epopeya de sacrificios y esperanzas.

Hombres y mujeres que, dejando su patria en medio de la miseria y las dificultades de su tiempo, aquí echaron raíces y edificaron familias, iglesias, escuelas, asociaciones y ciudades enteras.

Gracias a ellos, hoy cultivamos una italianidad que se manifiesta no solo en la memoria, sino en la vida cotidiana de nuestras comunidades:

en las fiestas y tradiciones que se renuevan cada año;

en la preservación de los dialectos traídos por los inmigrantes y aún hablados en nuestros hogares y comunidades;

en los hermanamientos firmados con decenas de municipios italianos, que testimonian lazos de fraternidad permanentes;

en las familias que mantienen contactos e intercambios constantes con sus ramas en Italia;

en la juventud que busca en la patria de los bisabuelos una oportunidad de estudio, de trabajo y de reencuentro cultural.

Por todo ello, afirmamos con convicción que nos sentimos parte integrante de esa Italia diaspórica que se extendió por el mundo, pero que nunca dejó de ser una sola Italia — la Italia que late dentro y fuera de sus fronteras.

Esa italianidad no es decorativa: es sustancia de identidad.

Es un patrimonio transmitido de generación en generación, que sostiene valores de trabajo, solidaridad, fe y pertenencia.

Superado el desconcierto inicial ante el llamado Decreto de la Vergüenza, convertido en ley de manera apresurada por el Parlamento italiano, ahora es tiempo de una reflexión madura y firme.

Y de esas reflexiones surge tanto la crítica contundente a la absurdidad de la medida, como el enérgico llamado a revisar el error cometido.

Porque esta ley, tomada de manera unilateral, rompe vínculos jurídicos, históricos y afectivos que Italia siempre reconoció como legítimos, y lo hace sin diálogo con las comunidades directamente afectadas.

No es solo una injusticia política: es un absurdo jurídico.

Pues la ciudadanía italiana iure sanguinis no es un privilegio que pueda concederse o retirarse por conveniencia momentánea.

Es el reconocimiento de un vínculo permanente que la propia Italia — durante más de un siglo — reconoció como inquebrantable.

Interrumpir ese reconocimiento es desmentir su propia tradición jurídica, es renegar la historia de la nación y los sacrificios de su diáspora.

Por eso declaramos aquí, desde Laguna:

que exigimos a las instituciones italianas la revisión de esta ley injusta;

que apelamos a la Justicia para que haga valer los principios constitucionales que garantizan la igualdad y la dignidad de todos los ciudadanos;

que reafirmamos nuestra condición de descendientes legítimos, herederos de una cultura y de una historia que no pueden ser borradas por un acto político momentáneo.

Si Italia es madre, no puede convertirse en madrastra.

Si Italia es patria, no puede volverse frontera.

Tenemos la firme esperanza — y también la firme exigencia — de que los vientos cambiarán.

Que la Justicia sabrá imponerse.

Que la política encontrará la sabiduría para reparar el error cometido.

Y que Italia, al reencontrarse con sus hijos esparcidos por el mundo, comprenderá que su mayor riqueza no está solo en su territorio, sino en el corazón y en el trabajo de sus descendientes que, en Brasil y en tantos otros países, siempre la han honrado y engrandecido.

Las comunidades del Sur de Santa Catarina — más de treinta ciudades que celebran cotidianamente la herencia de sus inmigrantes — se unen así al coro que crece en todo Brasil y en el mundo.

Y lo hacemos desde Laguna, tierra de Anita Garibaldi, símbolo del coraje femenino y de la unión entre Italia y Brasil, para proclamar que la italianidad no puede ser herida por decretos pasajeros.

Porque Italia no es solo geografía.

Italia es su pueblo — ayer, hoy y siempre.