Claudia Cardinale (1938-2025): una estrella eterna del cine europeo

Claudia Cardinale (1938-2025): una estrella eterna del cine europeo

La actriz franco-italiana Claudia Cardinale falleció el martes 23 de septiembre de 2025, a los 87 años. El anuncio fue hecho por su agente a la agencia AFP y tuvo repercusión en todo el mundo como la despedida de uno de los mayores íconos del cine. Símbolo de belleza, fuerza y talento, Cardinale marcó época en las décadas de 1960 y 1970, convirtiéndose en presencia indispensable en algunas de las producciones más emblemáticas del cine europeo.

Claudia nació el 15 de abril de 1938 en La Goulette, Túnez (entonces protectorado francés), con el nombre Claude Joséphine Rose Cardinale. De familia siciliana, creció hablando francés, árabe tunecino y dialecto siciliano, aprendiendo italiano más tarde, al ingresar en producciones de ese país. Su carrera tomó impulso a partir de 1957, cuando ganó un concurso de belleza que le abrió el camino a sus primeros papeles en el cine.

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Su trabajo incluye una filmografía vasta y diversa. Entre los primeros títulos figuran Goha (1958), con papeles menores, seguidos por I soliti ignoti (1958), Tres extranjeras en Roma (1958) y Viento del sur (1959), que ya mostraban su versatilidad. En 1960 participó en Il bell’Antonio (con Marcello Mastroianni), una obra dramática muy respetada.

En los años sesenta su carrera alcanzó la cima: actuó en Rocco y sus hermanos (1960), La chica con la maleta (1961), Cartouche (1962), El gatopardo (1963), (1963), La Pantera Rosa (1963), Comando perdido (1966), Los profesionales (1966), Don’t Make Waves (1967), The Hell with Heroes (1968) y, quizá su papel más memorable para el gran público, Hasta que llegó su hora (1968). También protagonizó El día de la lechuza (1968), que le valió importantes premios por su interpretación de Rosa Nicolosi, personaje envuelto en intrigas mafiosas.

En las décadas siguientes se mantuvo activa en producciones de distintos géneros. En 1971 filmó Una chica en Australia, que le otorgó premios de mejor actriz en Italia; en 1974 participó en Hermanos de sangre; en 1975 fue protagonista de Libera, mi amor, intenso drama de gran carga emocional; en 1982 brilló en Fitzcarraldo de Werner Herzog, en el papel de Molly, personaje de fuerte presencia dramática en un escenario salvaje. En años más recientes tuvo papeles en El artista y la modelo (2012), Gebo y la sombra (2012), Rogue City (2020), entre otros, demostrando que incluso con el paso del tiempo seguía eligiendo trabajos que le daban voz, presencia y relevancia.

Brasil también conoció de cerca el brillo de Claudia Cardinale. En 1965 estuvo en Río de Janeiro para el rodaje de Una rosa para todos, del director Franco Rossi. Existen registros fotográficos de su paso por locaciones como el Morro da Babilônia, además de amplia cobertura en la prensa carioca, que destacó su elegancia y participación en eventos culturales. Décadas más tarde, esa visita brasileña sigue siendo recordada por críticos y admiradores como parte de la imagen internacional que consolidó.

Con su fallecimiento se cierra un capítulo de la historia del cine europeo, pero el legado de Claudia Cardinale permanece: actriz que atravesó lenguas y culturas, que unió papeles glamorosos con la profundidad humana de los dramas; cuyo rostro, voz y presencia en pantalla continuarán inspirando — y habitando la memoria cinematográfica — mucho más allá de la despedida.