En su empeño contra los italianos en el exterior, la derecha italiana podría haber cometido un grave error. El Decreto-Ley n.º 36/2025, ya conocido por las comunidades italianas en el exterior como el “Decreto de la Vergüenza”, parece haber introducido en la ley de ciudadanía a un octavo pasajero: una especie de cuasi ius soli.
El Decreto-Ley n.º 36/2025, con las enmiendas aprobadas en comisión, modifica la normativa sobre ciudadanía con una formulación al menos ambigua, que podría abrir la puerta a la concesión de la ciudadanía a cualquier extranjero nacido en Italia después de solo tres años de residencia legal, independientemente de la edad. En el caso de los menores, esta solicitud podría presentarse sin necesidad de esperar la mayoría de edad.
De hecho, el artículo 9, párrafo 1, letra a-bis, introducido por el Decreto-Ley n.º 36/2025, modifica la ley de ciudadanía en los siguientes términos:
Art. 9
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- La ciudadanía italiana puede ser concedida por decreto del Presidente de la República, previo dictamen del Consejo de Estado, a propuesta del Ministro del Interior:a) al extranjero cuyo padre, madre o uno de los ascendientes en línea recta de segundo grado sea o haya sido ciudadano por nacimiento, y que resida legalmente en el territorio de la República desde hace al menos dos años, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 4, párrafo 1, letra c);a-bis) al extranjero nacido en el territorio de la República que resida legalmente en él desde hace al menos tres años;
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Como si nada, la derecha italiana parece haber hecho lo que la izquierda nunca logró. Con esta nueva redacción, un extranjero nacido en Italia de padres extranjeros podría solicitar la ciudadanía tras solo tres años de residencia legal.
Para dar un ejemplo concreto: Antonio es un niño nacido en Roma en 2020, hijo de padres chinos legalmente residentes en Italia desde 2019. Habiendo acumulado cinco años de residencia legal, los padres de Antonio, una vez que entre en vigor la ley de conversión del Decreto-Ley n.º 36/2025, podrán presentar inmediatamente la solicitud de ciudadanía italiana para su hijo.
Miles de ciudadanos extranjeros nacidos en Italia podrían presentar la misma solicitud tras la entrada en vigor de la ley de conversión. Todos los padres extranjeros de hijos nacidos en Italia podrán presentar la solicitud tan pronto como el niño cumpla tres años de edad, siempre que residan legalmente en el país.
Es evidente que esta norma podría estar sujeta a regulaciones adicionales, y que los efectos “indeseados” de esta nueva disposición podrían ser mitigados mediante recursos burocráticos. No obstante, también está claro que este decreto-ley parece una improvisación plagada de vicios de inconstitucionalidad, y podría provocar un crecimiento exponencial del número de litigios en materia de ciudadanía.
Como ya he señalado en los últimos días, nuestro Gobierno y nuestro Parlamento parecen haberse convertido en un verdadero “Ejército Brancaleone”, con el único objetivo de atacar los derechos de los italianos nacidos en el extranjero. Las consecuencias de las acciones emprendidas por este Ejército Brancaleone no tardarán en manifestarse.