En la sesión que aprobó el proyecto de ley sobre la llamada Reforma Consular — una medida que centraliza en Roma los servicios de ciudadanía y reorganiza la red diplomático-consular italiana — dos parlamentarios elegidos en América del Sur expresaron posiciones diametralmente opuestas.
Por un lado, Fabio Porta, del Partito Democratico (PD), habló con tono severo contra el texto, calificándolo de “un nuevo golpe a los derechos de los italianos en el mundo”. Por otro, Franco Tirelli, del Movimento Associativo Italiani all’Estero (MAIE), integrante de la coalición que sostiene al gobierno de Meloni, anunció el voto favorable, con la salvedad de “contrariedad a los artículos 1 y 4”, precisamente los que tratan la centralización de los trámites de ciudadanía y la redefinición de la red consular.
El diputado Fabio Porta, veterano representante del electorado sudamericano, utilizó todo su tiempo de palabra para criticar lo que llamó la “ambición mal disimulada” del proyecto, que a su juicio, en lugar de modernizar, tiende a burocratizar aún más los servicios a los italianos en el exterior.
Porta recordó que el texto es “el primero de los provvedimenti collegati a la desastrosa reforma de la ciudadanía” — una referencia directa a la Ley n.º 74/2025, que restringió severamente el reconocimiento de la ciudadanía italiana por descendencia (ius sanguinis). Para él, el nuevo proyecto “confirma y agrava la distancia entre el Estado y los ciudadanos que viven fuera de Italia”, transformando a los italianos en el exterior de “fuerza de soft power” en un simple “servicio administrativo”.
En uno de los pasajes más contundentes, Porta denunció el carácter “aséptico e impersonal” que la nueva estructura impondrá a las relaciones entre el ciudadano y la administración pública italiana. También criticó el envío obligatorio de las solicitudes en formato físico a una oficina central en la Farnesina — “un retroceso en plena era digital”, dijo — y advirtió que la centralización “trasladará el cuello de botella de los consulados a Roma, sin ninguna ganancia de eficiencia”.
El parlamentario subrayó además la “paradoja de la digitalización del papel” y afirmó que “la unidad central que se creará en la capital tendrá las dimensiones de un solo consulado italiano en el exterior, pero deberá atender al mundo entero”.
A pesar de las críticas, Porta reconoció “pequeños avances” obtenidos por el PD durante el debate en comisión: la reducción del plazo para concluir los procesos de ciudadanía de 48 a 36 meses; la postergación de la entrada en vigor de la nueva estructura hasta 2028; la posibilidad de emisión de tarjetas de identidad electrónicas por los municipios y el ajuste del tratamiento complementario del personal local contratado.
Sin embargo, advirtió: “Sin nuevas modificaciones, este provvedimento seguirá siendo obsoleto, distante de las verdaderas necesidades de nuestros conciudadanos y de las empresas.”
Porta concluyó con palabras duras contra el gobierno de Meloni: “Esta reforma corre el riesgo de convertirse en el apoyo de una ley sobre la ciudadanía que ofendió y humilló a millones de italianos en el mundo, definiéndolos como hijos de un Dios menor.”
Voto alineado
En la misma sesión, el ítalo-argentino Mario Alejandro Tirelli, diputado del MAIE, tuvo una intervención lacónica, la más breve de toda la discusión. Desde la tribuna, se limitó a comunicar el voto favorable del grupo Noi Moderati y la abstención del MAIE, “en vista de la contrariedad a los artículos 1 y 4”, entregando por escrito el resto de su intervención.
Su discurso, que no llegó a completar un minuto, contrastó con las intervenciones extensas y políticamente marcadas de otros diputados de distintos partidos, incluso de la propia base gubernamental. Aun representando comunidades que viven el impacto directo de las reformas consulares, Tirelli optó por el protocolo, preservando la alineación de su movimiento con la coalición de gobierno, de la cual el MAIE forma parte desde el inicio de la legislatura.
El contraste con el discurso de Porta fue, por tanto, no solo ideológico, sino también de tono y actitud. Mientras el diputado del PD hablaba de “humillación de las comunidades” y de “colapso de la red consular”, Tirelli prefirió la comunicación telegráfica de quien evita el enfrentamiento.
Dos lecturas de una misma diáspora
El enfrentamiento entre los dos discursos sintetiza el actual divorcio político entre los representantes de América del Sur en el Parlamento italiano. Fabio Porta, en la oposición, asumió el papel de voz crítica y de denuncia, reflejando el descontento de las comunidades ítalo-brasileñas e ítalo-argentinas ante la serie de medidas que restringen la ciudadanía y concentran el poder en Roma.
Tirelli, por su parte, mantuvo una postura pragmática, buscando preservar el espacio del MAIE dentro de la coalición gubernamental — aunque ello lo aleje de la base electoral que históricamente reclama la descentralización y el fortalecimiento de los consulados locales.
En última instancia, ambos discursos simbolizan dos concepciones opuestas de la italianidad en el exterior: la de Porta, enraizada en el sentimiento de pertenencia y en los derechos de ciudadanía transmitidos por generaciones; y la de Tirelli, más institucional y contenida, orientada a la lógica administrativa del gobierno que intenta “racionalizar” los servicios consulares.
Algo de lo que dijeron Fabio Porta y Daniel Taddone en entrevista con Revista Insieme:
Fabio Porta (PD)
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“Es lamentable que… el MAIE no haya tenido el coraje de votar en contra. Se abstuvo tristemente, lavándose las manos y dejando que el gobierno continúe demoliendo nuestros derechos.”
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“Tirelli habló sesenta segundos y no dijo una palabra sobre el mérito de la ley.”
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“Esta reforma puede convertirse en la muleta de una ley que humilló a millones de italianos en el mundo, tratándolos como ‘hijos de un Dios menor’.”
Daniel Taddone (Natitaliani)
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“Otra derrota para los italianos en el exterior… y un papel patético y deshonroso del MAIE.”
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“El representante se limitó a tres, cinco frases. Cuando quien debería representarnos hace solo un minuto de formalidad, la voz de las comunidades no se escucha.”
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“El objetivo es crear obstáculos para que las personas no logren el reconocimiento de la ciudadanía.”
Nota: Solicitamos al diputado Tirelli el texto de su discurso que anunció haber entregado a la mesa de la Cámara. En cuanto lo envíe, lo publicaremos.